Doscientos años antes de
Cristo, Yagña y Madhav, dos primos, luchaban por el trono del reino de
Vidarbha. Un día, al amanecer, dos carros iniciaron su marcha hacia el reino
del monarca Agnimitra. En uno de ellos iba Madhavsen, su hermana -la princesa
Malavika, el ministro Sumati y Kaushiki, hermana de éste último. En el otro
les seguían sus criados.
-Deseo llegar cuanto
antes a la ciudad de Vidisha -exclamó Madhav-. Hasta que no lo haga sentiré un
peso sobre mi conciencia.
-Pronto llegaremos, señor
-respondió Sumati.
-¿Cómo será la ciudad de
Vidisha, Kaushiki? -preguntó la princesa.
-Ya lo veremos.
Entonces la comitiva vio
acercarse a una partida de soldados que interceptaron el camino. Madhav dio orden
a su ministro de que huyera por la selva con las dos mujeres, en dirección a
Vidisha, mientras él hacía frente a los soldados. Ellas se negaron en un
principio, pero, viendo el peligro de la situación, accedieron y se escondieron
entre los matorrales.
Los soldados se acercaron
al carro de Madhav y le hicieron prisionero.
Sumati y las dos mujeres
se dirigieron entonces hacia la ciudad.
Pero, una noche, mientras
hacían un alto en el camino, unos bandidos atacaron el lugar en el que habían
instalado el campamento. Sumati luchó valientemente contra ellos, mas no pudo
ven-cerles y murió en defensa de su princesa. Malavika desapareció y Kaushiki,
que se había ocultado, quedó sola para llevar a cabo los últimos ritos de su
hermano.
Mientras tanto, la joven
princesa se encontraba desmayada en otro lugar del bosque, donde unos campesinos
la encontraron y la condujeron a Vidisha, ante la presencia de Dhárini, la
reina. Ésta, ignorando el origen de Malavika, la aceptó en su servidumbre y
tomó la decisión de que aprendiera el arte de la danza, con su maestro
Gundás.
De esta forma pasó el
tiempo y Malavika siguió viviendo ante la servi-dumbre del palacio.
Un día, el rey Agnimitra
vio un retrato en el que aparecían todos los servidores de la casa real y
quedó prendado de la belleza de Malavika.
Llamó a su consejero
privado, Gautam, y le puso al corriente de su pasión. Su sirviente le aseguró
que podría conseguir a la mujer e imaginó un plan para lograrlo.
En primer lugar, Gautam
decidió que Agnimitra debería ver a Malavika sin que nadie pudiese sospechar
nada. A tal efecto fue a ver a Gundás, el maestro de baile y le contó que su
rival, el otro profesor que había en el palacio, había criticado su estilo.
Marchó asimismo a ver al otro maestro y le contó que Gundás le estaba criticando.
El resultado fue que ambos profesores se pelearon y se presentaron ante el rey
con su queja, haciéndole juez de sus respectivos méritos. El único camino para
decidir sobre la calidad de los maestros era ver interpretar danzas a sus
discípulas y, de esta manera, Malavika bailó ante el soberano.
Agnimitra quedó aún más
cautivado por la belleza de la muchacha al verla en persona e instó a Gautam a
que siguiera adelante con su plan. Malavika, por su parte, se sintió también
atraída por el monar-ca.
Se acercaba la fiesta de
la primavera y uno de los ritos que se tenían que llevar a cabo consistía en
que la reina debía golpear con el pie un árbol de ashok. Era de muy buen
augurio para la prosperidad del reino si el árbol daba fruto en los cinco días
siguientes al momento en el que se le hubiese golpeado.
La fecha señalada se
hallaba la reina con todas sus sirvientas en el jardín, jugando y disfrutando
de un bello día, cuando Gautam apareció por allí. La reina se columpiaba,
ayudada por Malavika, y el consejero quiso ayudarle. Empujó el columpio con tal
fuerza que Dhárini cayó al suelo y se lastimó en un pie.
Esto era precisamente lo
que Gautam había esperado que sucediera. Pidió mil perdones a su soberana,
pero se regocijó en su interior por lo bien que estaba saliendo su plan.
La reina dijo a su
sirvienta:
-Malavika, no podemos
dejar que pase este día sin que se lleve a cabo el ritual prescrito. Yo no
podré llevar a cabo la ceremonia el árbol, así es que habrás de ser tú quien la
haga en mi lugar, pues la prosperidad del reino está ante todo. Si el árbol
florece dentro del plazo de cinco días, te recompensaré.
En cuanto la reina se
hubo retirado a sus habitaciones para des-cansar, Agnimitra y Gautam salieron
al jardín y observaron ocultos lo que sucedía.
Una criada, enviada por
Gautam, se acercó a Malavika y comenzó a acicalarla y prepararla para la
ceremonia del árbol.
-¡Qué piel más suave
tienes, Malavika -exclamó la sirviente, mientras la untaba de pasta de
sándalo. Cualquiera diría que no eres una mujer normal, como nosotras, sino
una princesa que viviera disfrazada.
Malavika se asustó,
pensando que quizá había sido descubierta.
-Amiga, tú dices eso
porque me quieres.
-Y no soy yo sola-
prosiguió la criada-. Tengo noticias de que el mismo rey, nuestro monarca
Agnimitra, siente gran pasión por ti.
-Eso no puede ser
-replicó la princesa.
-Sí lo es. Tengo la
certeza de que te ama y desearía hacerte suya.
-Pero, si la reina se
llega a enterar...
-No te apures -dijo la
mujer. Yo te ayudaré y lograré vuestra unión. Pero, antes de nada, debes
cumplir con la obligación que se te ha confiado. Llégate hasta el árbol de ashok y dale el golpe ritual.
Malavika se acercó a
árbol y lo golpeó con el pie. En aquel momento, Agnimitra se presentó ante
ella.
-Hermosa mujer -empezó,
dirigiéndose a ella, ¿me concederás tu amor?
Pero antes de que
Malavika pudiera reponerse de su asombro y responder, alguien vino a
interrumpirles.
Era Irávati, la segunda
esposa del monarca, quien increpó a su marido, insultó a Malavika y expresó
claramente sus celos.
Agnimitra se vio obligado
a mentir para tranquilizarla. Le explicó que la había visto venir y que todo
era precisamente una broma para ella.
Irávati contó lo ocurrido
a Dhárini y ambas decidieron encerrar a Malavika y a la sirviente en los
calabozos de palacio.
Pero Gautam no pensaba
quedarse de brazos cruzados ante esto e ideó una estratagema para liberarlas.
Fingiendo haber sido atacado por una serpiente venenosa, penetró gritando los
aposentos de la reina Dhárini. Ésta mandó en seguida que llevasen a Gautam ante
el médico del palacio.
Al poco tiempo llegó una
sirvienta diciendo que, para la curación del consejero, el médico necesitaba
algún objeto que tuviese la efigie de una serpiente. Dhárini no sospechó nada y
entregó un anillo de su pertenencia, que tenía una serpiente tallada.
En el momento en que el
anillo real estuvo en su poder, Gautam se dirigió a los calabozos y dio orden
a los guardias de que soltaran a las dos mujeres. Para probar que la orden era
genuina, enseñó el anillo de la reina, lo que le franqueó todas las puertas.
Condujo a las dos mujeres a un sitio oculto del jardín y llamó al rey.
Allí los dos amantes se
pudieron reunir, aunque no por mucho tiempo, pues Irávati estaba al acecho y
les espiaba.
La sirviente se percató
en aquel momento de que el árbol de ashok
estaba florecido, aunque no habían pasado aún los cinco días. Malavika decidió
ir junto a la reina Dhárini y pedirle la recompensa que le había prometido.
Ésta cumplió su palabra y
no sólo perdonó a Malavika, sino que con sus propias manos la vistió de novia y
la condujo al jardín, junto al árbol sagrado, donde esperaba el rey.
Pero antes de que
pudieran decir nada, un mensajero se presentó en el lugar y se dirigió a Agnimitra.
-Majestad -anunció, en
los confines de nuestro reino acaba de librarse una batalla entre los
ejércitos de Yagña y de Madhav, con el triunfo de éste último, que ha quedado
libre. Madhav ha recuperado el trono del reino de Vidarbha y manda a dos
emisarios para saludarte e iniciar relaciones con nuestro reino.
Agnimitra hizo llegar a
los dos enviados de Madhav que, antes de rendir pleitesía al rey, como era lo
debido, se fijaron en las mujeres.
-¡Oh, rey Agnimitra!
-comenzó uno de ellos. Nos complace ver que nuestra princesa está viva y que
la has acogido en tu corte.
-¿Vuestra princesa?
-quiso saber el monarca. ¿De quién estás hablando?
-Nos referimos a
Malavika, hermana de Madhav, nuestro señor. Cuando Yagña le atacó, ella
desapareció y nos temimos su muerte. Pero vemos que, afortunadamente, halló
refugio en tu reino, lo que te agradecemos en nombre de nuestro soberano.
Al escuchar esto, tanto
Dhárini como Irávati se sintieron avergonzadas, pues habían estado tratando a
Malavika como a una vulgar sirviente y sus celos provenían del hecho de que
fuera, como creían, de bajo nacimiento.
-¿Por qué no lo dijiste,
entonces? -preguntó Agnimitra.
-Mi señor, sabed que,
cuando era pequeña, un astrólogo me predijo que tendría que vivir todo un año
en condición de esclava. Cuando hicieron prisio-nero a mi hermano y me vi
desvalida, pensé que había llegado el momento de cumplir esa parte de mi
destino y, aunque como sirviente, he hallado cobijo en vuestro palacio.
Intervino entonces
Gautam.
-Todo esto que hemos
escuchado quiere decir que no hay ningún obstáculo a que mi señor Agnimitra y
Malavika contraigan matrimonio, pues ha quedado claro su origen y dicha unión
sería beneficiosa para los dos pueblos -afirmó. Y, dirigiéndose al soberano, -añadió: No creo que vuestras dos esposas pongan ningún inconveniente a algo
que redundará en la grandeza de su reino.
Dhárini e Irávati dieron
su beneplácito y las bodas de Agnimitra y Malavika se celebraron con gran
pompa.
(Del Mâlavikâgnimitra de Kâlidâsa)
Fuente: Enrique Gallud Jardiel
004. Anonimo (india),
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