Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 17 de junio de 2012

La historia de la bella primavera


Esta historia sucedió en Pekín.
Había en la capital una prostituta joven y hermo­sa llamada Yu Tang Chun, quien conoció por casua­lidad al hijo de un ministro de la corte. Se enamo­raron profundamente entregándose a un idilio en medio de un ambiente adverso. Al joven no le im­portaba la indecencia de la profesión de su amada y juró no separarse nunca de ella. Sin embargo, co­mo la muchacha trabajaba para la dueña del prostí­bulo, el joven tenía que pagarle todos los días para tener el derecho a la exclusividad de la doncella. Ha­bía traído decenas de miles de monedas de plata para estudiar en la capital, pero en menos de un año gas­tó todo el dinero en el prostíbulo y el día que no pu­do seguir pagando a la dueña lo hecharon de la casa a patadas.
Triste y solitario, el empobrecido hijo del minis­tro imperial tuvo que mendigar para no morir de hambre. La joven se sumergió en una inmensa aflic­ción, que se acentuaba al recordar la felicidad de los días que había pasado al lado de su enamorado. Las lágrimas se le desprendían como perlas transparentes y le mortificaba pensar en la penuria que acosaba a su amado.
Un día, al enterarse por casualidad del paradero de su amado, se sintió invadida por una alegría in­descriptible. Cogió todo el dinero que había ganado y se lo entregó a un mensajero junto con un cofre de joyas, para sacarle del apuro y ayudarle a realizar sus estudios interrumpidos.
Antes de marcharse, el joven vino a despedirse de su amada y le reiteró su amor incondicional. La hermosa joven le dijo que le esperaría hasta que vol­viera con los estudios realizados. Se separaron con el corazón dolorido y las caras bañadas en lágrimas.
A partir de ese día, Primavera, que así se llamaba la joven, se encerró y nunca volvió a salir. Se negaba a trabajar para complacer a los hombres. Pasaba los lar­gos días y noches sumergida en un profundo dolor. Echaba de menos a su entrañable amado, mientras que soportaba impasiblemente la soledad, la añoranza y los recuerdos idílicos de la convivencia. Perdió el apetito adelgazaba por el dolor y la desnutrición.
La dueña del prostíbulo se puso furiosa al ver que ella no recibía a los hombres. Para vengarse de su inactividad, la vendió a un rico comerciante de la provincia de Shan Xi como concubina.
Resultó que la mujer de ese mercader adinerado mantenía relaciones extramatrimoniales con un adúl­tero desde hacía bastante tiempo. Y para mantener sus relaciones ilícitas en secreto mató a su marido. Pero se lo inculpó a Primavera con una falsa acusa­ción, sobornando además a los jueces para que la condenaran a muerte. Los funcionarios de la justicia detuvieron enseguida a Primavera, a la que sometie­ron a cruel tortura con el fin de obligarla a confesar el delito de homicidio. La muchacha no pudo soportar el martirio de los látigos y asumió la calumnia como un hecho real, por lo que fue condenada a muerte.
Días antes de la ejecución, llegó un inspector de la justicia enviado por el emperador, que era precisa­mente el novio de la condenada. Sucedió que tras se­pararse de su amada, se dedicó íntegramente al estu­dio durante varios años. Al final se presentó a los exámenes imperiales y ganó un lugar prominente, lo que le valió ser nombrado inspector de justicia.
Al leer los expedientes, se sorprendió enorme­mente al encontrar el nombre de su novia condena­da a muerte. Se quitó el uniforme oficial y se disfra­zó de un ciudadano común y empezó a investigar el extraño caso. Al cabo de dos días pudo aclarar todos los detalles de la calumnia. Convocó una nueva se­sión para aclarar el caso. Estaba seguro de que po­dría revocar el falso veredicto y salvar a su amada.
Sin embargo, cuando vio a su entrañable amada, se emocionó tanto que perdió la serenidad y el con­trol de sí mismo. Ante el inminente fracaso de los es­fuerzos por absolver a su amada, los dos ayudantes del inspector controlaron, afortunadamente, la situa­ción adversa y declararon inocente a la hermosa mu­chacha.
Tras el juicio, los novios se encontraron con gran emoción fundiéndose en lágrimas de alegría y feli­cidad.

005. Anonimo (china),

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