Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 18 de junio de 2012

La fuente interna de felicidad

Ramanuja ha sido uno de los grandes filósofos y místicos de la India. Con él se relaciona la siguiente historia. En una ocasión pasaba por una feria y con­templó cómo el luchador más célebre de la localidad iba detrás de una prostituta como si fuera un perrito, ausente de todo, inerme e inconsciente. ¡Un hombre tan fuerte físicamente y emocionalmente tan débil! Tanto le fascinaba esa mujer, que ni siquiera deseaba enfrentarse a sus adversarios, y, de tal modo le obse­sionaba, que llegaba a la abyección. Ramanuja llamó aparte al luchador y le dijo:
-¿Por qué estás tan obsesionado por esa mujer? ¿Cómo es posible que pierdas así tu juicio?
-¡Oh, señor! -se lamentó el luchador, como si fuera un niño desvalido-, estoy enfermo por la belleza y el atractivo de esa mujer. Nada puedo hacer que no sea pensar en ella, seguirla y reclamar sus fa­vores. No como; no duermo; voy a enloquecer. El sabio le preguntó:
-Si algo te atrajera más que esa mujer, ¿la de­jarías?
-La dejaría en el acto -dijo el atribulado hom­bretón. Ésa sería mi salvación. Creedme, voy a vol­verme loco.
-Acompáñame -dijo Ramanuja.
El sabio y el luchador se desplazaron hasta un bosquecillo cercano.
-Siéntate, buen hombre -le sugirió el sabio-. Cierra los ojos.
Ramanuja puso su mano en la coronilla del lucha­dor y le transmitió su energía de paz.
-Entra en ti -dijo-. Permanece tranquilo. Ve más allá de los pensamientos y obsesiones. Medita en tu propio ser; conviértete en tu propio ser, sé tu propio ser.
El atormentado rostro del luchador se tomó apa­cible y arrobado. ¡Qué expresión de paz la del hom­bre forzudo! ¡Qué hermosa y sublime expresión!
Después de meditar en profundidad, conectado con su naturaleza real, el luchador salió de la medita­ción. Exclamó:
-¡Qué paz! ¡Qué dicha! He hallado la felicidad interior. Nunca volveré a ser un esclavo de nada ni de nadie. Si nací libre, por qué he de ser un siervo?
Había encontrado la fuente interna de la felici­dad. En la ausencia de sensaciones, había hallado la incomparable sensación de ser.

El Maestro dice: No hay otra felicidad que la paz interior.

Fuente: Ramiro Calle

004. Anonimo (india),

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