Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

8-2-2015 a las 21:47:50 10.000 relatos y 10.000 recetas

10.001 relatos en tiocarlosproducciones

10.001 recetas en mundi-recetasdelabelasilvia

Translate

viernes, 15 de junio de 2012

El de las mangas y el capiruchuelo


4. Cuento popular castellano

Pues esto era una vez un carretero que venía de la Montaña a Campos por un carro de vino. Al volver al pueblo ya con el vino, traía en el carro también una barrica de sardinas arengues.
En el páramo la raposa, o sea la zorra, olió las sardinas y fue y se hizo la muerta en metá de la carretera. El carretero, al pasar, vio a la zorra y dice:
-¡Barajo, una zorra muerta!
Conque la cogió y la tiró al carro. Y después que la zorra se vio en el carro, empezó a tirar sardinas de la barrica al camino hasta que las tiró todas. Después tiró la barrica, saltó del carro y fue recogiendo las sardinas que había tirao, echándolas otra vez en la barrica.
El carretero siguió su camino, sin darse cuenta de la travesura de la zorra. Y la zorra, después que cogió las sardinas todas, se retiró de allí a un lado del páramo para comerlas. Ella que las estaba comiendo cuando pasó por allí un lobo que le llamaban el lobo Martín, y la dice:
-Catalina (que así se llamaba la zorra), ¿qué comes?
-¡Ah, niño -contesta la zorra-, pajas! Y como la zorra escupía, el lobo la preguntó:
-Y, ¿qué escupes?
-Pues, hijo, las más largas -dizo la zorra-. ¿Quieres saber lo que como? Pues mira; como truchas.
-Y, ¿dónde las has cogido? -preguntó el lobo.
-Mira -le dice la zorra-; allá abajo en aquel río tan hondo,
allí he estao pescando.
-¿Quedaron más?
-¡Ay! ¡Ya lo creo! Allí nunca se acaban. Mira; si quieres ir conmigo, te ato un cesto al rabo, y tú delante y yo echando tru­chas hasta que llenemos el cesto. Y después las comemos juntos.
-Bueno; pues vamos allí -dice el lobo.
Desocupó a zorra la barrica de sardinas muy disimulada, sin que lo viese el lobo. Se marcharon para el río y, antes de meterse en el agua, le ató la barrica al rabo. Entraron en el río y la zorra empezó a echarle cantos en la barrica. Ya tenía el cesto a medio de cantos, cuando la dice el lobo:
-Catalina, ¡que pesa mucho!
-¡Ah, niño, no te apures! -contesta la zorra-. ¡Cuantos más pesquemos, más comeremos!
Le llenó el cesto de tal manera que el pobre lobo se le arrancó el rabo, y marchó maldiciendo de la zorra.
-Ya me las pagarás todas juntas -decía el lobo. Resulta que se enemistaron mucho el lobo y la zorra.
Y estaba enfermo en el monte el rey de los animales, el león, y todos los animales iban a verle. Cada uno le decía al león que era bueno esto o que era bueno lo otro, de medicina. Y fue tam­bién a verle el lobo rabón. Y dicen los animales todos:
-La que no ha venido a ver al rey es la zorra, Catalina.
Y ellos que estaban hablando esto cuando llaman a la puerta. -¿Quién llama?
-Catalina, la zorra.
-¡Pase, pase! Así nos dirá a ver qué medicina es buena para curar a nuestro rey, que está enfermo.
La astuta de la zorra echó luego la vista adonde estaba el lobo Martín. Pero el lobo, al verla entrar, no tuvo tanta paciencia, y dice:
-Lo que es muy bueno para medicinas es el pellejo de las zorras.
Y dice ella:
-Calla, calla, no hables, que ya sabes que a ti te han quitao el rabo ya pa medicinas. Y si no, que le miren a ver si tiene rabo.
Efeztivamente, van a mirar al lobo y se encuentra con que no tiene rabo. Dan detrás del pobre animal y le desollaron todo, no dejándole más que un poco pellejo en el hocico, otro poco en las orejas y otro poco en el culo. Entonces le soltaron.
En todo el monte no había nada más que una fuente, y el lobo, deseoso de vengarse de la zorra, dice:
-No volverás tú a beber agua en la fuente; antes te has de morir de sez.
La zorra, entonces, queriéndose disfrazar para que el lobo no la conociese, se fue a un colmenar. Después de llenar la barriga de miel se revolcó bien entre la miel, y se salió del colmenar. Se fue entonces debajo de un roble, que había muchas hojas caídas, y se revolcó entre las hojas también, de manera que quedó toda cubierta de hojas.
Se fue entonces la zorra para la fuente, convencida de que el lobo no la conocería. Llega a la fuente y, al ver al lobo tumbao al pie, le dice:
-¿Me dejas beber agua?
Y el lobo le contesta:
-Bebe, bebe, hojarasquil del monte; bebe lo que quieras.
Fue la zorra, bebió hasta hartarse y se marchó. Después que estaba un poco separada, le grita al lobo:
-¡No me has conocido, Martín! ¡Pues soy Catalina, la zorra!
El lobo, que la conoció en el habla, desesperao, echó a correr detrás de ella. Estaba loco, porque como no tenía pellejo, le acri­billaban los mosquitos. La zorra, al verse perseguida ya tan cerca, vio una hura en el suelo y se metió por ella. Y no dándola tiempo a esconder pa dentro el rabo, le dejó fuera. El lobo llegó y la agarró del rabo con los dientes y ella.., a tirar pa dentro, y el lobo... a tirar pa afuera, hasta que ya la sacaba arrastrando. De que la zorra se vía perdida, se le ocurrió decirle al lobo:
-Tú, cuanto más vas, más tonto que eres. ¿Qué te crees, que tiras de mi rabo? ¡Tira, tira, que de la raíz de una mielga tiras!
El lobo soltó la cola de la zorra con mucha rabia, creyendo que, efeztivamente, era la raíz de una mielga, y se marchó mal­diciendo su fortuna.
Pero la zorra siempre le estaba insultando al lobo. Se subía a los picos de los árboles y, cuando el lobo estaba más desesperao espantándose las moscas, le decía:

-¡Oye, tú,
el de las mangas y el capiruchuelo!
Si vas a concejo.
¡cuenta, cuenta lo tuyo, y deja lo ajeno!

Morgovejo, Riaño, León. Narrador LXV, 19 de mayo, 1936.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. anonimo (castilla y leon)

No hay comentarios:

Publicar un comentario