Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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jueves, 14 de junio de 2012

El asno y el león


28. Cuento popular castellano

Era una vez un asturiano que venía de Asturias con un burro que tenía, que era ya muy viejo. Venía para Castilla a vender avellanas. Y decía:
-Cuando este rocín se me muera, estoy perdido. Nunca se me ha caído entavía. El día que se me caiga, le quito la carga y le dejo para que le coman los llobus, porque es que ya no puede de viejo.
Al llegar al puerto, en un monte, pues se resbaló el burro y cayó. Y fue el asturiano, le quitó la carga y le dice:
-Ahí te dejo, pobre animalico, para que te coman los llobus. Dejó allí el burro y cogiendo la carga a cuestas se volvió al pueblo más cercano.
El burro andaba por el monte pastando y se arrimó a una cue­va de donde salió un león. Y como el león es el rey de la selva, pues todos los animales le hacían la venia. Pero el burro le vio y se quedó como si no hubiese visto a nadie. Y le dice al león:
-¿Qué animal eres tú, que no le haces la venia a tu rey?
-Pues yo soy un animal que me llaman el asno -contestó el burro.
-Nunca te he visto por estos parajes -le dijo el león-. ¿Qué quieres, que así por las buenas te deje yo rey de la selva? ¡No, no! Eso no puede ser. Si te quieres quedar de rey, tenemos que hacer tres apuestas, y el que las gane, ése quedará por rey.
-Bueno... -dijo el burro-, pues no hay inconveniente. Ha­remos las tres apuestas.
Y le dice el león:
-Pero antes, dime qué es eso que tienes ahí tan empinao.
(Y era que el burro estaba muerto de miedo delante del león, y se empinaban las orejas.)
-Pues, éstas... -contestó el burro- son dos pistolas, que, cuando me enfado, si las disparo, mato todo lo que se me pone por delante.
-Bueno... Pues, vamos a comenzar la primera apuesta -dijo el león.
Había un río mu caudaloso al pie del bosque, y la primera apuesta era ir a pescar. Fueron juntos al río. Fue el león y se zam­bulló al agua y detrás se tiró el burro. El león, como sabía nadar, pues pescaba bastante bien, sin peligro de ahogarse; pero el burro, como nunca se las había visto más gordas, pues caer y quedar medio ahogao, todo fue uno. No le quedaban empinadas más que las pistolas, de miedo. El león, que lo estaba viendo, le dio tanta lástima que fue a sacarle y le sacó.
Después que le sacó, y el burro pasó el primer susto, le dice al león:
-Oye, ¿pa qué me fuiste a sacar?
-Porque te veías perdido -contestó el león.
-¿No veías cómo estaba por cima de mí todo cubierto de tru­chas y peces? -le dice el burro-. Pues, iba a disparar las pisto­las; pero como fuistes tú, toda la pesca me espantastes.
-Bueno, bueno... -dice el león-. Pues, entonces esta apues­ta me la has ganao. Vamos ahora a la segunda apuesta, que va a ser ir a caza.
Se fueron de caza, y el león marchó por el bosque. Pero el burro se bajó al pie del río a un arenal y allí se tumbó y se hizo el muerto. Los cuervos y pajaracos de mal agüero, pensando que el burro estaba muerto, pues bajaban con intención de comerle. Pero el burro, de que vió que había mucha abundancia de pájaros ya alrededor de él, y de que se le metían hasta debajo del rabo, sacudió las patas y mató muchos, haciendo esta operación varias veces. Hizo tres piñas de pájaros de los que había matao, y se volvió muy tranquilamente a la cueva.
Después de mucho tiempo llegó el león, y traía dos perdices, dos liebres y un raposo. Y venía loco de contento, pensando de haberse ganao la apuesta. De que entró en la cueva y vio al burro, le dijo:
-¿Qué? ¿Tú ya has venido?
-¡Oy, y el tiempo que hace que estoy aquí! -contestó el burro.
-Y, ¿qué has cazao? -le dice el león.
El burro tenía las piñas de pájaros colgados en un rincón de la cueva, y le contestó al león:
-¡Mira! Ahí tienes lo que yo he cazao.
El león se quedó pasmao al ver que había cazao más que él, y le dice:
-Bueno, bueno... Me has ganao la segunda apuesta también. Ahora vamos por la última, la tercera. Ésta va a ser a ver quién da un golpe mayor en un canto raliego (redondo y grande) que hay en la puerta de la cueva.
Fue el león primero y dio una zarpada tremenda. Después fue al burro y, como estaba herrao, se levantó de ancas y, con las patas de atrás, dio tan tremendo golpe en el canto que hizo salir chispas de él. Y el león, de que vio aquello, cogió un miedo horro­roso y le dice:
-¡Por Dios, no dispares las pistolas! ¡Déjame marchar antes! Pero el burro en ese momento empinó las orejas y empezó a roznar:
-¡O... o!... ¡O... o!... ¡O... o!...
El león, que nunca había visto esos aspavientos, marchó como un rayo por el bosque adelante. Y a fuerza de correr se encontró con un lobo. El lobo le hizo la venia al león; pero el león le dice:
-Ya no me hagas la venia a mí, porque hay otro rey en el bos­que. Ya no soy yo rey.
-Y, ¿qué animal es ése que ha quedado por rey? -le pre­guntó el lobo.
-Ése es un animal que le llaman el asno -Contestó el león. Y le dice el lobo al león:
-¡Ah! Pero, ¿a ése le tienes miedo?
-Como miedo a él no le tengo -contestó el león-. Pero trae dos pistolas, chico..., que siempre las tiene cargadas. Y cuando las dispara, ¡allí le verás echar lumbres! En fin, ¡que yo no me pongo delante de él aunque me maten, y no quiero ser ya más rey del bosque!
Y entonces le dice el lobo:
-No seas tonto... Ven, ven conmigo. Ya verás como le aman­so yo a ese rey.
-¡No, no! -le dice el león-. ¡Yo no voy! Y si quieres que vaya, tienes que llevarme atao a una pata tuya, porque si no, yo no pudiera llegar de miedo.
Fue el lobo y le ató a una pata de él. Y fueron poco a poco a la cueva donde estaba el burro. El asno, que tiene tanto miedo a los lobos, de que vio al lobo, empezó a empinar las orejas y a rebuznar tan fuerte que el león marchó ciego de miedo, corriendo por el bosque, sin darse cuenta de que iba atao a la pata del lobo. De manera que cuando llegó a parar, no llevaba del lobo nada más que el cacho de pata que llevaba atao a él. Y el asno quedó de rey del bosque, y se acabó el cuento.

Morgovejo, Riaño, León. Narrador LXV, 19 de mayo, 1936.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. anonimo (castilla y leon)

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