Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 10 de junio de 2012

Catalina, la zorra


24. Cuento popular castellano

Una vez Catalina, la zorra, que es tan golosa y le gustan tanto las gallinas, pues entró en un pueblo. Y a la entrada, en unos praos, había muchas gallinas paciendo, y con ellas, pues estaba un gallo.
Las gallinas, al ver a la zorra, pues todas se asustaron y se subieron a los árboles. Pero la zorra las decía por engañarlas:
-Gallinicas, ¿por qué sos espantáis? Si ha venido una orden que todos los animalicos tenemos que andar juntos.
Pero el gallo, que estaba en un chopo, no cesaba de cantar:
-¡Cacaracacá! ¡Cacaracacá!
Y dice entonces la zorra:
-Y tú, alcaraván, ¿por qué chillas tanto? Y la dice el gallo:
-Chillo porque vienen allí dos podencos.
La zorra, que los ve, pilla pitos y echa a correr. Y el gallo la decía desde el chopo:
-¡Catalina, comunica la orden a los galgos! ¡Comunícasela! Y ella decía:
-¡No puedo! ¡No puedo!
En su carrera, que llevaba tan fuerte, se encontró con la gaita de un ciego, que allí se había quedao a descansar y se había dor­mido. Al pasar la zorra, pisó con las patas las cuerdas de la gaita, y la gaita tocó: ¡Tiro, liro, liro, liro!... Y dice entonces la zorra:
-¡Sí! ¡Pues pa sones voy yo ahora!
Los galgos iban corriendo detrás de ella, y corriendo llegó la zorra a unas eras donde estaba trillando un hombre que se lla­maba Rafael. Y le dice la zorra:
-¡Ay, Rafael! ¡Por Dios, por Dios, escóndeme! ¡Escóndeme, por Dios, que no te he de comer ningún cordero! ¡Porque vienen ahí dos galgos que me quieren quitar el pellejo!
Y entonces el tío Rafael la dice:
-Métete en ese montón de paja.
La zorra se escondió en el montón de paja; pero como es tan astuta, dejó un ojo fuera para ver lo que hacía el tío Rafael. Lle­garon los galgos y le dicen:
-Tío Rafael, tío Rafael, ¿no has visto pasar por aquí a Cata­lina, la zorra?
Y el tío Rafael decía:
-No, no. No la he visto, no.
Y apuntaba pa donde estaba la zorra.
Los galgos no entendieron las señas del tío Rafael y se mar­charon siguiendo a la zorra.
-Vamos, Catalina, ya te puedes salir -la dice el tío Rafael a la zorra-. Si no es por mí, hoy te quitan el sayo.
Pero la zorra, que estaba viendo todo lo que el tío Rafael ha­cía, le dice:
-¡Ay, Rafael, Rafael! ¡Las palabras buenas eran, pero qué mal me las mangueabas!
Y, de rebeldecha, se fue para donde el tío Rafael tenía los cor­deros, y le comió cuatro en agradecimiento del favor que la había prestao.

Morgovejo, Riaño, León.
Narrador LXV, 20 de mayo, 1936.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058.01 anonimo (castilla y leon)


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