Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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lunes, 14 de mayo de 2012

La cruz del diablo

A dos kilómetros del pueblo de Corral Rubio, en Albacete, se ve una cruz que los vecinos llaman la Cruz del Diablo.
Su historia es ésta:
Un buen hombre, padre de muchos hijos, peque­ños todavía, tenía un mísero jornal, con el que ape­nas podía atender a las necesidades de su casa. El pobre hombre trabajaba sin descanso de sol a sol, y apenas llevaba a casa lo indispensable para el sus­tento de él y de los suyos. En su pobre choza se albergaban el hambre y el frío.
Cierto día que necesitaba dinero para comprar unas herramientas de trabajo, fue al pueblo vecino a pedir un préstamo a un amigo. Se lo negó, y el hombre volvía por el camino, lleno de pesar: En su desesperación, llamó al Diablo en su ayuda, y a los pocos pasos notó que le invadía un pesado sueño que le impedía caminar. Se acostó al borde del camino y se durmió. Al despertar encontró que tenía una bolsa llena de monedas de oro. Loco de alegría, empezó a contarlas. ¡Había cientos de ellas! ¡Una verdadera fortuna! ¡Él y sus hijos iban a ser ricos! Al fondo de la bolsa encontró un papel escrito citándole en aquel mismo sitio para dentro de tres años. Feliz, se marchó a casa con su dinero. Fue acogido por su familia con grandes gritos de alegría. ¡Se acabó el hambre para todos!
Al cabo de tres años dedicados a disfrutar y gas­tar, llegó el día indicado, y acudió a la cita. Se sen­tó en el mismo sitio y esperó; sintió que le volvía aquel mismo sueño y se tumbó a dormir. Al desper­tar, vio junto a él un hombre horrendo; aquel rostro infundía pavor. Le sonreía con una boca infernal y le decía:
-Soy tu amigo el Diablo.
El hombre dio un grito e intentó huir, diciendo:
-Déjame, yo no quiero nada contigo.
Pero el Diablo le alcanzó y, agarrándole con una mano férrea, le dejó convertido en estatua de pie­dra.
Al día siguiente todos los vecinos del pueblo acu­dieron, sobrecogi-dos, a contemplar la obra del Dia­blo, que durante mucho tiempo sirvió de lección para los impíos.
Hasta que un sacerdote mandó tallar sobre la estatua una cruz.

 106. anonimo (murcia)


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