Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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martes, 15 de mayo de 2012

El hijo del pescador

Cuento popular

Una vez un pescador muy pobre llamado Pedro fue al mar y oyó una voz que le dijo:
-Pedro, si tú me das lo que venga a alcanzarte al camino hoy, yo te daré una canasta de pejes, [1] todos los días.
Entonces el pescador pensó:
"Es muy buena mi perrita pero mis niños pasan mucha necesidad; voy a regalar la perrita". Y contestó:
-Sí, te daré lo que venga a alcanzarme hoy al camino.
Y metió la canasta y la sacó llena de pejes, y salió muy contento para su casa. Cuando iba llegando a su casa salió su hijo mayor Juan a alcanzarlo y él lo recibió llorando.
Juan le dijo:
-Papá, ¿por qué usted está así si trae más pejes que nunca? Y él le contestó:
-Las cosas de la vida son así, hijo.
Pero al otro día cuando fue al mar oyó la voz que le dijo:
-¡Qué bien cumpliste con la palabra que me diste!
El pescador se echó a llorar a la orilla del mar.
Y aquella voz le dijo:
-No te pongas triste, Pedro, mira que va a ser la felicidad de Juan.
Tiró la canasta al mar y la sacó llena de pejes, otra vez. Se fue para su casa y volvió a recibirlo Juan, él llegó llorando a su casa y les contó lo que le había sucedido en el mar.
Juan le dijo:
-Si tú me llevas yo me voy.
La vieja estuvo también de acuerdo con que él se fuera.
Entonces Pedro llevó a Juan al mar al otro día y vino un barco a la orilla, cerradito de alegría, con mucha música y muy bonito, que dijo:
-Entra, Juan.
Y salió con él hacia un desierto. Y lo dejaron en un castillo. Luego, cuando llegó la hora de almorzar, oyó una voz que le dijo:
-Ya el almuerzo está servido.
El se arrimó a almorzar, pero no vio a nadie, y más tarde, a la hora de la comida pasó lo mismo, pero él tampoco vio a nadie.
El pensó:
"Esto ha de ser una cosa misteriosa".
Más tarde, a la hora de dormir, vio encender las luces y arreglar un cama.
Y él dijo:
-¿Esto cama será para mí?
Entonces él se acostó en ella y el castillo se apagó otra vez, sintio acostarse a su espalda a alguien.
El pensó:    .
"Esto ha de ser una cosa misteriosa".
Así pasaron muchos días, después le dijo una voz:
-Juan, ya tú tendrás ganas de ver a tu familia. Y él le contestó que sí.
La voz le dijo:
-Pues mañana vas a ir, pero, sí te voy a encargar una cosa, no te dejes besar ni abrazar de nadie, ni echarte nada en los bolsillos.
Entonces salió aquel barco muy alegre hacia la bahía, y Juan encontró a Pedro en la orilla y le contó su historia. Fueron para la casa y volvió a contar lo que a él le sucedía y nadie lo besó ni lo abrazó. Pero su abuelita, por la noche, cuando él estaba dormido lo abrazó y lo besó y le echó un cabo de vela y una caja de fósforos en los bolsillos.
Al otro día Juan salió con Pedro para el mar y vio venir aquel barco lindo y alegre cerradito de negro y muy triste.
Entonces él pensó:
"Este misterio no ha de estar contento con mi viaje".
Entonces el barco llegó al muelle y le dijo:
-Entra Juan. ¡Qué bien cumpliste con la palabra que me diste!
Juan le dijo:
-Yo no me dejé abrazar ni besar de nadie.
La voz le dijo:
-¿Sí? Regístrate los bolsillos y verás...
Entonces él vio que traía en los bolsillos una caja de fósforos y un cabo de vela.
Y él le dijo a aquella voz:
-Nada, yo lo boto.
La voz le dijo:
-Ya para qué. Estamos perdidos. Y se lo llevó.
Y Juan, cuando se fue a acostar sintió acostarse alguien a su espalda otra vez.
Entonces él pensó:
"De todos modos ya estoy perdido, voy a ver qué cosa es".
Ralló un fósforo y vio que era una mujer y le dijo:
-¿Qué es lo que yo tengo que hacer ahora?
Y ella le dijo:
-Tendrás que ir a las siete torres milin, del castillo donde iras y no volverás. Allá te diré lo que tendrás que hacer.
Entonces él salió con rumbo a las siete torres milin y en el camino encontró un león, un águila y una hormiga compartiendo a una res.
El pensó: "Aquí mismo me van a comer".
Pero siguió. Después que pasó dijo:
-Gracias a Dios que ya de ésta me salvé.
Pero a poco de andar, el león dijo:
-Ve, águila, tú que eres más liviana, y dile a ese señor que venga para que nos comparta esto.
Entonces el águila voló y alcanzó al hombre en el camino y le dijo:
-Señor, dice el león que vaya allá un momento.
Y entonces él pensó:
"Ahora sí es verdá que me va a comer".
Pero llegó y le dijo:
-¿Para qué usted me quería, señor león?
-Para nada, amigo; para que nos hiciera el favor de compartirnos esta res.
Entonces él les dijo:
-¿Quedarán conformes con la partición que yo haga?
Y el león dijo:
-Sí hombre, cómo no, amigo.
-A usted, como tiene buena dentadura, le daremos carne y hueso; a usted, águila, como no tiene dientes, le daremos masas; pero a usted, hormiguita, como es chiquita, le daremos la cabeza que le sirve de comida y casa. Y les preguntó:
-¿Están conformes con la partición?
-Sí, hombre, cómo no, amigo -le contestó el león.
Y él se fue.
A poco andar, le dice el león al águila:
-Caramba, qué mal agradecidos fuimos que no le dimos las gracias ni tan siquiera a ese señor. Ve tú, águila, y dile a ese señor que venga acá.
Entonces él pensó por segunda vez:
"Ya de ésta sí no puedo escapar, me va a comer el león".
Pero fue y le dijo al león:
-¿Qué, señor león, no quedaron conformes con la partición?
-Sí, cómo no. Por eso lo mandé a buscar, porque fuimos tan mal agradeci-dos que ni las gracias le dimos.
El león dijo:
-Mire, yo le daré un pelito de mi bigote para cuando usted diga: "Adiós si león", se volverá un león.
Por lo siguiente, el águila le dijo igual:
-Yo le daré una plumita y cuando usted diga: "Adiós si águila", se volverá un águila.
Por lo siguiente, la hormiguita dijo:
-Yo aunque cojita me quede le daré una patica y cuando usted diga: "Adiós si hormiga", se volverá una hormiga.
Entonces, a poco andar, él dijo:
-Voy a probar la plumita a ver si es verdad; y dijo: "Adiós si águila".
Y se volvió un águila y salió volando y dijo:
-¡Qué dichoso soy! Quiera Dios que todo me salga bien.
Entonces cayó en una cañada y dijo:
-"Adiós si león".
Y se volvió un león. Entonces, a poco andar, él dijo:
-Voy a utilizar la pluma para andar más rápido, y dijo: "Adiós si águila". Y se volvió un águila y salió vuela y vuela y vuela y cayó en las siete torres milin y una muchacha dijo:
-¡Qué aguilita más bonita! ¡Agárramela, papá!
Y el gigante que era su papá, dijo:
-¿Quién va a agarrar ese animal a esta hora?
Pero a tanta lucha de la muchacha el gigante la agarró, y dijo:
-Tráncala bien, que no se te vaya a ir.
Entonces por la noche el aguilita dijo:
-"Adiós si hormiga".
Y se volvió una hormiga. Entró por una abertura que tenía la puerta y cuando llegó a la cama de la muchacha, dijo:
-"Adiós si hombre".
Se volvió un hombre y le dio un pellizco a la muchacha y ella gritó y dijo:
-¡Aquí adentro hay uno!
Y él dijo:
-"Adiós si hormiga".
Y se volvió una hormiga. Entró a la jaula y dijo:
-"Adiós si águila".
Y se volvió un águila. El gigante se levantó y no vio a nadie en el cuarto.
Al poco rato él volvió a ir donde ella estaba y volvió a gritar ella al pellizco.
El gigante se levantó y no encontró a nadie, y le dijo:
-Si vuelves a gritar te voy a dar una mano de plan que te voy a pelar.
Y la mujer del gigante dijo:
-¿No será el aguilita?
El gigante fue a la jaula y dijo:
-No, hombre, no. Si esa llega a mañana es mucho porque está triste.
Entonces después que se durmieron fue otra vez la hormiguita a la cama de la muchacha y le dijo:
-No te asustes que soy yo, Juan, dime ¿qué es lo que tengo que hacer?
-Conforme tuviste la suerte de llegar aquí quién sabe tengas la suerte de vencerlo todo. Mañana te voy a soltar para que estires las paticas y te vas hasta el río a ver si logras matar al puerco espín que ese es el gigante; adentro del puerco espín hay una paloma y dentro de esa paloma hay un huevito, le sacas ese huevito y cuando el gigante te salga se lo escachas en la frente y te harás de todo este castillo.
Entonces al otro día la muchacha dijo:
-Voy a soltar esta aguilita para que estire las paticas.
Y el aguilita fue a parar al río, donde dijo:
-Voy a prepararme por si viene el puerco espín. Y dijó: "Adiós si león".
Y se volvió un león.- Entonces venía el puerco espín a esperar el ganado, y él le dijo:
-Tenemos que echar una lucha.
El puerco espín le dijo:
-Tenemos que echar una lucha.
A media pelea el puerco espín dice:
-Estamos rendidos. ¡Qué falta me hace un vaso de vino y un pedazo de carne para ganarte en dos patás!
Y el león dijo:
-Qué falta me hace un vaso de agua y un beso de una muchacha para ganarte en seguida.
Una muchacha que oyó aquellas palabras fue asombrada para su casa y lo contó y dijo:
-Mamá, el ganado está completo. Yo me atrevería si se prendieran otra vez a darle el agua y el beso a ese león.
Y la madre le dijo:
-Sí, hija, si te atreves ve mañana que quién sabe ellos se prendan otra vez.
Al otro día la muchacha fue temprano y se acercó a aquel lugar; vio salir al león cuando venía el puerco espín y le dijo el león:
-Tenemos que echar una lucha.
Dijo el puerco espín:
-Estamos prendidos.
Y ella se fue acercando a donde estaba la pelea. Cuando fueron a descansar el puerco espín dijo:
-¡Qué falta me hace un vaso de vino y un pedazo de carne para ganarte en dos patás!
La muchacha se acercó al león y cuando el león dijo:
-¡Qué falta me hace un vaso de agua y un beso de una muchacha!
Ella brincó y le dio el beso y el agua al león. En seguida el león mató al puerco espín y dijo:
-"Adiós si hombre".
Y se volvió un hombre. Abrió al puerco espín y salió volando una paloma que tenía adentro. Y él dijo:
-"Adiós si águila".
Y se volvió un águila, salió volando y agarró la paloma, la abrió y le sacó el huevito que tenía adentro. Se fue para la torre milin y cuando salió el gigante a comérselo él tiró el huevito y lo mató.
Se hizo dueño de todo aquel castillo y de la muchacha que tanto amaba a Juan, aunque ni tan siquiera la conocía a ella.


027. Anónimo (cuba)

[1] Pejes: Peces.

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