Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 27 de mayo de 2012

El cazador y los niños

Un día un hombre viejo fue a cazar focas a poca distancia de tierra. Cerca del lugar que había elegido para cazar, la costa marina formaba un contrafuerte rocoso sobre el que había una capa alta de nieve. Por debajo de este acantilado, un grupo de niños reía y gritaba mientras jugaba.
Sin pensar más que en la foca que esperaba matar, el cazador se colocó junto a lo que podría ser un respiradero. Aquí esperó, sin moverse. Finalmente se oyó la respiración de la foca. Levantó tranquilamente el arpón, dispuesto para el golpe mortal. De repente se rompió el silencio. El ruido de los niños jugando al pie del acantilado distrajo al viejo y alertó a la foca. Sumer-giéndose en las profundas aguas, la foca escapó.
El viejo bajó el arpón de mal humor y declaró:
-¡Esos niños! ¡Espero que caiga la nieve del acantilado y los entierre!
Pero no pasó nada, y los niños siguieron con sus ruidosos juegos.
Una vez más el cazador reanudó la guardia junto al respiradero. De nuevo volvió la foca. Levantando el brazo con el arpón tendido, el cazador esperó. Por segunda vez no pudo lanzarlo. Las risas de los niños disgustaron tanto al viejo que la foca se marchó de nuevo. Así las cosas, el viejo cazador apeló a sus poderes mágicos. Llamó a los espíritus que traen mala suerte:
-¡Que esos niños queden sepultados bajo la nieve!
Y sucedió.
Un alud de nieve cayó del acantilado y engulló a los niños. Se cuenta que sus gemidos se oyeron durante mucho tiempo, haciéndose poco a poco más débiles, hasta que, al fin, callaron.
Cuando los padres de los niños vieron lo que había pasado, quisieron vengarse y fueron en busca del viejo. Al verlos llegar, el cazador intentó huir. Cuando estaba a punto de ser atrapado, recurrió por última vez a sus poderes mágicos y se elevó a los aires. Sus perseguidores le vieron subir al cielo, para desaparecer finalmente y reaparecer luego como una estrella fugaz. En las noches claras, si miras bien, aún puedes ver al viejo huyendo por los cielos.

Fuente: Maurice Metayer

036 Anónimo (esquimal)



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